Un humilde blog

viernes, febrero 17, 2017

Inverosimilitud


La miró como se miran dos desconocidos que hubieran vivido una situación límite. Habían sobrevivido juntos y ni siquiera sabían a qué. Fue cuando volvió a escribir, cuando se dio cuenta de nuevo de que solo la tristeza y la preocupación le hacían volver a garabatear, a aporrear notas sobre el piano y a golpear las teclas de su ordenador para contar historias inverosímiles que habían conformado la historia de su vida desde que tenía uso de razón. La felicidad no lo da. La nostalgia y la incertidumbre sí. Cosas.

Frío.

Jamás tuvimos un septiembre o un octubre juntos, pero tu frialdad me dejaba en la cama como después de una tormenta de otoño: respirando tu olor, en una habitación en la que los grados habían bajado hasta hacerme tiritar, de frío y de placer.
Todo era más nítido durante la calma, en la cual me volvía a armar, preparándome para la tormenta final: esa que deja un silencio eterno. Los grados no volverían a bajar. Ni a subir. Y así sucedió.
Seguí buscando, odiando y deseando el frío casi tanto como te odiaba y te buscaba. Ese sexo con rabia, de quien sabe que no podrá repetir, del que no se volverá a hablar. En el que pienso justo antes de cualquier orgasmo, ahogando tu nombre, mirando a otros, evitando recuerdos de tus continuas marcas en mi cuello, mis mordiscos en tus hombros, palabras sucias al oído de las que no quedan ni el eco’
Recuperando escritos viejunos en papeles que se encuentran cuando se hacen mudanza. Este, de 2012. INSTAGRAM.COM/TXKORE 


miércoles, febrero 10, 2016

Ene

Te fallaban las cuentas y la memoria cada vez que querías enumerar las veces que alguien te decepcionaba. Te fallaba y te falla la razón para comprender la desesperación humana ante los rechazos de personas que se suponían tuyas. Y todo es porque al final nadie es tuyo. Tú tampoco eres de nadie. Ni de tu país, ni de tu barrio, ni de tu familia, ni de tus amigos, ni de tus costumbres. Porque todo se puede marchar, desaparecer, evaporar, escapar. Ya sea por decisión propia, incompatibilidades, tiempo, vida o muerte.

¿Y qué te queda? Te quedas tú. De ninguna parte, a ningún lugar. Estaba perdida en un tren en la mitad de China, manteniéndome ocupada, olvidando razones, causas y consecuencias. Writing about love, luchando por no llorar, por razones internas, y peleando por no gritar, porque la diferencia cultural y de los chinos en multitud me desespera desde hace algunos años y lo ilógico me desborda.

Los consejos son fáciles, siempre tenemos un consejo en la boca, un si-yo-fuera-tú, un haz-esto, un no-hagas-lo-otro. Cuando somos nosotros los que hablamos frente al espejo, y nos devolvemos puñetazos de raciocinio directos a nuestras lágrimas, cerramos los oídos. Sí, me doy consejos. Sí, se lo que quiero. Sí, se lo que me conviene. Sí, sé que él no me conviene. Lo sé. Y mis lágrimas, mi corazón, y mis recuerdos edulcorados que no se corresponden con la historia, me convencían, con presión en el pecho, de lo contrario.

Porque hubiera vuelto arrastrándome, llorando, suplicándole una vida complicada juntos, difícil, llena de lágrimas, de reproches y de súplicas de cariño. Ignorando consejos externos. Quiéreme. Quiéreme, joder. Pidiendo perdón por haberme enfadado, por estar cansada o por estar triste. No te enfades conmigo porque llore. Déjame. Déjame, joder. Con pocos besos, con dos te quieros, con ningún abrazo, que sí. Que no necesito consejos. Pero gracias.

La cabeza y el corazón a veces te gritan consejos opuestos. ¿Y esto no tiene nombre?
Corazón, si te pongo una ’N’ en medio, te conviertes en ‘CoNrazón’. En esos momentos, eso necesitaba. Recuperar mi razón. 
Por eso, a ti, sentimiento de mierda, te llamaré ENE. 
Tener Ene. 
De enemigo, de energúmena, de enervarme, de noviembre, de nunca. De NO.



Pic by me. China, november 2015.

martes, octubre 27, 2015

El río, el agua.

El río había sido su vida. Era el que le había enseñado que todo tiene un ciclo, que no se puede nadar a contracorriente ni luchar contra su fuerza. Pero también había aprendido que siempre se descubrían nuevos hallazgos si te sumergías en él y no sólo mirabas en la superficie. Incluso podías encontrar lo que otra gente ya no quería. Ella era una de esas cosas, yacía en el fondo del río, esperaba su descubrimiento y por nada del mundo iba a intentar nadar contra la corriente. Ya no.



martes, octubre 15, 2013

Escríbeme algo.

Enamorarse jamás entra en los planes de nadie lo suficientemente cuerdo. Vais con pies de plomo, poquito a poco, Mirando alrededor, oyendo consejos y recordando malos momentos. Pero entonces, un día, se os olvida todo y volvéis decir esas dos palabras, rompiendo una promesa. 

(No os toméis en serio nada de lo que viene ahora, que sabéis que soy todo amor yo)



Y más tarde todo cae. Una ley universal de mierda. Porque necesitamos malos momentos. Porque alargar las etapas es imposible. Aún así Disney, las comedias románticas y alguna paja mental de Woody Allen convertida en cine ya os ha creado expectativas espeluznantemente irreales sobre vuestro futuro. Un día tendréis demasiados años y, amigas; seguiréis pensando que ese alguien especial estará buscándoos. Esperando una casualidad. Equivocándose con otras.


Tal vez no sea así.

Y muráis solos. 
O con una mujer gorda y risueña.
O un marido celoso.
O con un montón de gatos.
Quién sabe.

viernes, mayo 10, 2013

Promesas.

Haré que el mundo se acostumbre a tu sonrisa. A que no sepa vivir sin pedirte un poco más de tu alegría, que nunca será suficiente para mí.
Convenceré al destino para que tu camino sea fácil, cuesta abajo y se entrecruce siempre con mi maltrecha senda.
Te mandaré viento del sur, puestas de sol, siestas de verano y el sonido del mar.
Te haré promesas que siempre podré cumplir.

.

martes, mayo 07, 2013

Hello, stranger.




Se sentó en el avión. Triste, abnegada, a una vuelta inevitable. Sin marcha atrás. De esas vueltas que no gustan ni se reciben con alegría.
Se puso el cinturón. Escuchó la última canción en ese suelo extranjero, tan lejos de su casa. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. El extraño de la izquierda ni se inmutó. El de la derecha la miraba con el rabillo del ojo. Ella lo notaba, aunque pensaba que sus gafas de sol arreglaban la mitad del problema.

Se puso en marcha. Miraba por la ventanilla. El extraño de la derecha se echó hacia atrás para que aquella compañera de viaje también viera alejarse el centro de la ciudad. Él hizo posible que viera como el downtown se hacía muy pequeñito. Cómo se alejaba el que había sido su barrio. Vio desde el cielo aquellas montañas de nieve eterna que había contemplado cada mañana, siempre que la niebla lo había permitido.
Se lo agradeció en silencio, con una sonrisa a medias.

No podía creer que el azar hubiera propiciado que aquél rubio tan alto, tan guapo, tan extranjero, con una guitarra que acentuaba su Kurtcobainismo se sentara al lado suyo. Lo había visto en el embarque. Era atractivo, pero ella estaba triste y tras comer algo, decidió tomar una pastilla y dormir el resto del viaje. Quedaban 6 horas.
No podía  conciliar el sueño. Se debatía entre el despertar y el descansar. 
Notó que la mano del rubio compañero se encontraba muy cerca de su mano derecha. Notaba su calor. Él también dormitaba. Ella acercó la mano y la dejó contigua a la suya sin un objetivo concreto. Él no se retiró. Así dormitaron juntos más de diez minutos.
Entonces, sucedió.

Aquél chico empezó a mover su dedo pulgar, acariciando una mano cómplice. Un gran calor subió por su cuello y el corazón tamborileaba en su pecho mientras notaba cómo los dedos de un desconocido tomaban vida y la hacían sentir más despierta que nunca. Tan solo la pastilla  que antes había tomado le ayudaba a no temblar.

Los dedos muy lentamente, en una coreografía sutil, delicada, como previamente ensayada, empezaron a entrelazarse. A sentirse. Dos manos amigas en un juego de desconocidos. 
Las luces del avión seguían apagadas, pero ella aún llevaba las gafas de sol para poder dormir. Ése era un escudo que no le dejaba ver bien al dueño de aquella mano que estaba llenando de calor su cuerpo entero. Casi ninguno de los dos se atrevía a abrir los ojos. La oscuridad del avión y algún ronquido de un par de pasajeros fueron el marco de aquella anécdota.

La mano del desconocido empezó a subir muy lentamente por su pierna derecha. Un proceso muy largo. El tiempo no existía en aquel avión: volaban por encima de las nubes y allí los minutos no servían. En aquella escalada interminable, trabajada, peligrosa, su cuerpo se estremecía. Sintió cómo sus mejillas sonrojaban y cómo los músculos de todo su cuerpo estaban a punto de explotar. 

Ella contraatacó. Subió por su pierna. Se le encaró. Lo miró y él abrió los ojos. Se miraron y se besaron. Otra coreografía lenta. Los labios eran cariñosos y agradecían encontrarse. 
Aún había oscuridad.

No podían calcular cuánto tiempo estuvieron besándose pero de repente, el mundo volvió a girar. Se separaron lentamente, se quedaron muy cerca el uno del otro, empezaron a volver a la realidad. Nariz con nariz, la saludaron. Él habló:

-Hello, stranger.
Ella rompió a reír. ¿De qué clase de película de Woody Allen se había sacado aquella escena?
-Hello.- Pudo contestar entre risas.

Sus manos siguieron entrelazadas durante todo el largo viaje. El desconocido de la izquierda quería mantenerse al margen pero era mucho más divertido escuchar a dos personas presentándose, hablando de sus gustos, de sus respectivos países y besándose y abrazándose como si fueran una pareja consolidada.

Sobrevolaron Groenlandia. El destino era Londres y desde arriba vieron el Támesis, el Big Ben.. abrazados se pegaban en la ventanilla y se volvían a besar. Ninguno de los dos había estado en Londres antes y esto era sólo una escala. Ambos cogerían otro vuelo hacia sus respectivos países, a 2.000 kilómetros de distancia el uno del otro. 
La idea de haber visto Londres juntos por primera vez les pareció una ocurrencia divertida. Reían y a la misma vez se lamentaban en silencio de que aquel vuelo de 9 horas se hubiera hecho tan sumamente corto.

Bajaron juntos del avión. Sabían mucho el uno del otro para solo haber compartido 9 horas de sus vidas.
Compartieron también datos y señas. Se despidieron con un beso. Como si fueran a volver a verse en unas horas.

Tras la espera en el aeropuerto, ya separados, los dos aún compartían una sonrisa cómplice. Jamás conocer a alguien antes había sido tan mágico y divertido para aquellos dos completos strangers.


domingo, marzo 03, 2013

Nostalgia.

Un día conocí a unas amigas de nuevo. Sí, de nuevo, otra vez. Eran dos hermanas que había conocido en años universitarios, en una residencia de estudiantes. Mantuvimos el contacto, pero solo éramos eso: conocidas. Unos cuantos años después, el destino nos hizo coincidir en su ciudad. En un concierto precioso de un grupo catalán, conocí a las otras dos chicas que completaban el grupo. Sus canciones se convirtieron en himnos, yo me convertí en una más y todas ellas se instalaron en mi vida de manera casi constante.

Cada una me aporta algo, cada una de ellas es especial y tiene algo único que me hace ser un poco más yo. Libre, feliz, arropada y cariñosa.

No hay día en el que no piense en ellas, cuando les digo adiós por unos meses, es inevitable llorar. ¿Estaré enamorada de mis amigas? Claro, ¡y de la vida! Pero lo que tengo es claramente una carinostalgia galopante y lo mismo es digno de terapia, de psicoanálisis o de encerrarme en un psiquiátrico de por vida. Lo mejor, es que a ellas les ocurre algo demasiado parecido y es en esa locura donde se construye una amistad especial y terriblemente fantástica.

Da igual que vivamos en continentes distintos, porque cuando vuelvo a estar con ellas, nada ha cambiado. Siempre hay gente nueva y genial rodeándolas a los que también quiero. Cuando abandono mi país, lloro en el avión y ellas son responsables de más de la mitad de mis lágrimas, más de la mitad de mi felicidad y de mi tristeza mientras me alejo de ellas, de mis caris.

Os quiero.

PD: No es la temática habitual del blog, pero creed que se merecen esta entrada.





viernes, octubre 05, 2012

Tu camiseta.

Recuerdo el primer día que desperté vestida tan solo con tu camiseta, mareada en tu cama, aspirando tu olor en la almohada. Me peiné con los dedos, había manchas de carmín y rímmel en las sábanas: me dí cuenta de que aún iba maquillada y tuve que orientarme de nuevo.

-Buenos días
-Por fin te despertaste. ¿Tienes hambre? Es tarde. Desmaquíllate, anda, que te llevo a desayunar.
-Llévame donde quieras, pero me voy con tu camiseta.

Me sonreíste y supe que, tal vez, podrías ser tú.



jueves, septiembre 06, 2012

Blas.

No es el día en el que esté más inspirada. Me gusta escribir sobre ideas que no tienen que ver directamente conmigo en este blog. Me gusta inventarme sentimientos, crear historias y mezclarlas con matices de mi vida. Pero hoy es muy personal. 

Mi hermanico peludo se fue definitivamente. Mi compañero desde el día que cumplí los 13. Mi regalo de cumpleaños. Mi Blas.

Tuve la suerte de poder despedirme de él. Durante media hora me tumbé a su lado y lo abracé mientras le dije lo buen perro que había sido. Que no me podía imaginar un perro mejor. Le di las gracias por ser tan alegre, tan fiel, tan gracioso, tan cariñoso, tan divertido, tan pesado e inoportuno a veces.

Entiendo que muchas personas no puedan comprender por qué se quiere tanto a un animal. Sé que es simplemente un perro. Pero cada uno tiene sus razones. La mía es que era nuestro compañero.

Él formaba parte de nuestra pequeña familia. Estoy tan lejos que no puedo parar de llorar y de sentirme tonta por hacerlo, porque sé que era viejo y 'tan solo' un animal. Pero no puedo evitar pensar en todo lo que lo echaremos de menos: él era uno más de la familia. Un hermanico peludo con el que siempre contábamos. El chiquitín. Lo triste de despedirse de un colega. De nuestro colega.




miércoles, junio 13, 2012

Canciones que nadie me cantó.






Nunca tuviste pedacitos guardados de recuerdos míos
y jamás los dulcificaste cada día 
con inventiva y des-ilusión.


Fue porque te deshiciste de cajas bien cerradas 
con papeles, fotos, billetes de tren
y cartas con faltas de ortografía.
Celulosa que jamás dolió.


Escuchaste desde el principio canciones que jamás te dolieron.
Canciones que nadie te cantó.


¿Recuerdas el día en el que te cansaste de esperar por las cosas que no ocurrían?




Pic by Theo Gosselin

miércoles, mayo 02, 2012

Decidir.




¿Qué decisión en tu vida hizo que estés aquí, ahora mismo?
¿Fue aquel viaje que no hiciste? ¿Esa novia que dejaste? ¿O el avión que perdiste?
Quizás fue esa mudanza la que hizo que ahora mismo no tengas hijos, estés separado, viudo o viviendo en otro país.
Puede ser que esas palabras que no quisieron salir de tu boca te anclaran a esta vieja ciudad. También puede ser que decidieras pronunciarlas y te alejaran para siempre de tu supuesto sitio, lejos del mar.

Decidiste dejar de estudiar, o seguir haciéndolo. Hiciste nuevos amigos. Seguiste con los de tu infancia.
No le hablaste por primera vez. Le preguntaste lo que te quemaba por dentro. Pusiste la otra mejilla. Devolviste el golpe. ¿Escribiste, miraste, hablaste, escuchaste sin pensar?

El destino es pura decisión.

Pic by: Theo Gosselin

sábado, marzo 17, 2012

No.

Hola, soy yo. Y no me gusta el jazz. Ni ir de compras, ni la colonia de coco.

Tampoco me gustan las fresas, ni que me toquen los pies.

No me gusta el frío, ni la lluvia, ni los trucos de magia.

Odio sonrojarme, odio no ser rencorosa, odio sentirme perdida y odio reírme con comedias románticas.

No me gusta la nostalgia.

No me gusta no conocerte ni me entusiasma recordarte.

No me gusta la música folk.

No me gusta echar de menos a alguien que no conozco.

miércoles, febrero 01, 2012

Necesito Febrero


Necesario.
Necesario es perderse en el propio camino
y mirar la vida desde otro prisma.

Porque la vida a veces pasa rápido,
la música atrona en mis oídos
y casi no escucho lo que pienso.

Pensarescucharcreerveryser.


El año pasado vi el camino desde lejos.
Hace tres, volví a vivir.
¿Este febrero? No importa.
Porque aunque no haya cambios en el camino...
¿Os acordáis de lo realmente importante?
"Resulta que la vida a veces, es tan sólo respirar".

miércoles, noviembre 30, 2011

Hey.


De vez en cuando pienso en cosas abstractas, de esas que se pierden por la cabeza antes de haber sacado una conclusión coherente.
A veces tengo un pensamiento concreto, claro, que se vuelve a perder cuando piso el suelo de la vida real.
Una vida real de un cielo azul, pero contaminado. De un calor demasiado frío. De un suelo frío pero acogedor.

Tengo un escrito para mi amiga Paloma. Y una canción. Pero todavía no os lo puedo enseñar.
No hasta que el dolor sea menor y lo publicado lo suficientemente aceptable.
Porque ella era genial.

miércoles, febrero 23, 2011

Más de 8.700 kilómetros.


Estar lejos y añorar una vida que ya pasó. Que no existe. Que no volverá.
Que sólo vuelve a ser real cuando sueñas: porque al despertar desaparece y asumes que una decisión empuja al cambio.
Al cambio total.

Añorar. Algo tan humano y tan ilógico.
Dormir, soñar, despertar.
Olvidar.

Jamás leía lo que yo escribía. Lo que cantaba. Lo que leía.
Así que si me apetece escribirlo ¿por qué no?
No lo leerá.

No existe una nueva vida hasta que el miedo no desaparece.


jueves, diciembre 30, 2010

21 de diciembre de 2010


Hoy fui a la embajada de Canadá: un décimo-primer piso de una de las 4 torres del norte de Madrid. Se veía toda la ciudad, y yo divisaba claro mi futuro.

Lloviznaba. En lo más alto de la Castellana suele hacer 1 ó 2 grados menos que en el centro. A pesar del frío, al salir del rascacielos decidí bajar andando hasta Plaza de Castilla para coger un bus. Tras 10 minutos de paseo, acompañada por mi música del iPod y unas botas de agua para poder pisar los charcos sin mirar al suelo, recordé que por esa zona había trabajado en un estanco (en aquella época de promotora de Camel…) y fue bastante especial.

En él trabajaba una mujer que, casualmente, era del pueblo de mi familia de Lugo. Aquella gallega me dio un trato inmejorable, me mimó y me hizo sentir en casa. Era amiga de mi tía, y según me contó ella, se preocupó por mí, cuando estuve ingresada en el hospital al acabar aquel trabajo tan extraño. La mujer en cuestión se alegró mucho al recibir la noticia de mi recuperación. Siempre le pregunta a mi tía que cuándo iré al Cádavo y se interesa por cómo estoy.

Así que, recordando todo esto, decidí acercarme al estanco divertida e ilusionada por mi ocurrencia y repentina decisión. Sin embargo, no encontré el establecimiento. Miré incrédula… ¿era ahora una farmacia? ¿o quizás esa nueva asesoría?... Pero ubiqué correctamente el estanco: las persianas estaban echadas; a través de unos cristales sucios se adivinaba una tienda vacía y llena de polvo. Tan sólo la cristalera del mostrador me daba la razón: era el estanco. Lo que significaba un jarro de agua fría a mi impulsividad. Caía del cielo, además, en forma de lluvia fina e incesante.

Como una niña pequeña, entré enfadada a una pastelería, me compré una ensaimada y me llené el abrigo de azúcar blanco mientras paseaba por Madrid con los Arcade Fire atronando en mis oídos.

En fin, que la lluvia y yo llevamos toda la tarde por Madrid. Y con mucho frío.

PD. Feliz 2011. Yo también espero que tras dos años no muy buenos ¡éste sea el mío!

PD2. Odio la Navidad, por cierto.

lunes, octubre 25, 2010

No todo va a ser risa.

Tragarse las lágrimas.
Como cuando veías una película con alguien delante del cual te daba vergüenza emocionarte antes de los créditos.

Como cuando viste sufrir a aquel niño en el informativo del mediodía. Y no lloraste. Y seguiste comiendo.
Desoyendo los problemas del mundo.

Cuando deshaces el nudo de tu garganta. Y tragas. Fin.

No todo va a ser risa.

Txaro.


[Una canción para acompañar]

miércoles, septiembre 01, 2010

Septiembre


Septiembre. Un nuevo curso. Durante la infancia el año nuevo siempre comienza en este mes. Y el final y el comienzo del colegio marcan nuestra vida y rutina. Así que en septiembre siempre me planteo una nueva vida, otra ocupación y gente a la que conocer. Contrasta con la pena que me da despedir el verano.

Me deprime ponerme pantalones largos. Manga larga. Resfriarme. Y hasta no sudar, me da tristeza. Porque me gusta el verano, y los 40º, y las olas de calor.

Además, en septiembre es mi cumpleaños. Así que septiembre es el mejor y el peor mes de todos. Pero hoy llueve. Aún no estoy contenta. Nostalgia. Apatía. Miau.

lunes, agosto 16, 2010

Mi relato que no ganó un concurso ;)


Transistor.


Se tumbó. Esperando a que afuera, el mundo cayera en forma de lluvia. Hacía frío, y el viento húmedo se colaba por las rendijas de las ventanas, mal selladas.

Un ‘pi’. Dos, tres y cuatro… son las doce, las once en Canarias. La radio de su abuelo se escuchaba a través de la pared. Siempre la misma emisora, siempre las mismas voces, la misma música de gramófono y tangos de Gardel. Nicolás había trabajado en la radio, había pasado casi toda su vida entre micrófonos, noticias y noches sin dormir. Cigarro tras café, café tras cigarro su voz se propagaba por las ondas, y los papeles se amontonaban en la pecera, donde locutaba, sin descanso, todas las noches. La guerra fue difícil.

-Y el franquismo, hija. Vivir lejos es difícil, y que no te dejen hacer lo que quieres, también.


Nicolás se revolvía en su sofá cuando escuchaba algo que no le gustaba, y mascullaba entre dientes, pero nunca insultaba. Sofía jamás le escuchó. Fruncía el ceño, gruñía, y se le pasaba el enfado.

Su abuelo cumplió el servicio militar en Huesca: siempre contaba el frío que pasaba y lo comparaba al de su casa, cuando alguien cercano se quejaba de la temperatura.

- Eso sí que era frío…

- Abuelo, ¡cuenta lo de la corneta!

Y se reía. Porque un compañero suyo tocaba la trompeta y se le hinchaban los carrillos. Tanto, que sus camaradas se reían a carcajadas y no podían evitar saltarse el silencio de rigor, ganándose más de un arresto.

Ahora era un poco más serio. Pero también se reía escuchando las voces que salían del altavoz del transistor. Y roncaba junto a él.

- Mi abuelo siempre duerme con la radio encendida.

Sofía no lo podía comprender. A ella cualquier ruido le hacía sobresaltarse. Aunque el transistor del abuelo, entrando con eco por la pared de su habitación, le hacía sentir en casa.


Nicolás no podía vivir sin su radio, pero un día dejó de funcionar. Así, sin más. Los aparatos, a veces, se estropean de viejos, del uso. Sofía sólo había visto a su abuelo triste cuando se murió María, su mujer. Por eso su nieta, en cuanto se enteró, salió a la calle con unas cuantas monedas y le compró un transistor parecido, y aunque Nicolás se alegró, la abrazó y miró la nueva radio con ilusión, jamás se deshizo del viejo aparato. Sofía siempre sospechó que era un regalo de alguien muy querido.

- Quizás de la abuela María…

Sofía adoraba dibujar y a veces, cuando se cansaba, miraba fijamente a su abuelo. Podía observarlo durante horas. La radio de fondo, dibujaba el marco de su hogar. Un hogar acogedor, con alguna riña que otra y más sorpresas de las esperadas.


Sofía hacía rabiar al abuelo, cambiándole la emisora. Sintonizaba la radiofórmula más moderna. Los últimos temas sonaban y hacían que Nicolás frunciera el ceño, otra vez, entre enfadado y divertido.

- Sofía…

Pero giraba la ruleta y otra vez, las voces de siempre.

- Háblame de la radio, abuelo.

- Ahora no, Sofía. Estoy escuchándola.

- Por favor…


Y es que su nieta se conformaba con una anécdota. Dos, a lo sumo. Y se quedaba tan contenta. Presumiendo en el colegio de la que había sido la profesión de su abuelo, y locutando en cintas vírgenes, noticias leídas del periódico. Otras veces presentaba su canción favorita. Y luego la cantaba, claro.

Poco a poco, Sofía descubrió la magia del sonido, de la palabra y la música, de poder construir una historia sólo con el medio sonoro…


Un día el abuelo Nicolás también dejó de funcionar. Como el transistor. De viejo, del uso. Sofía rescató su radio. El transistor viejo y también el nuevo. Los enterró en la montaña favorita de su abuelo. Donde la llevaba de pequeña.

- Es la montaña más peligrosa de todas. Dicen que hay lobos, osos y hasta linces.

Le contaba a la niña. Y Sofía temblaba de miedo y de emoción. Aunque no sabía muy bien qué clase de animal era un lince.


-Pues mi abuelo era radiodista. – contaba la niña en clase a sus amigos.

-¿Y eso qué es? – le respondían con desconfianza los compañeros

-Ay, pues que habla por la radio y es periodista… - contestaba orgullosa Sofía, contando el invento de su abuelo.

Echándole de menos, Sofía creció. Y se interesó por el periodismo. Una carrera, muchas prácticas, becas, fotocopias y cafés… le costó mucho llegar a su puesto, donde podía hablar ante su micrófono para miles de personas que le escuchaban cada día. La radio también se convirtió en su vida.


Cuando aún era becaria en la emisora, le preguntó a su jefe por los archivos sonoros: finalmente Sofía se vio obligada a contarles a los técnicos la historia del Abuelo Nicolás. Como en el cole, siempre le ponía un adorno más cada vez que la relataba, pero lo hacía sin querer.


Los más mayores aún recordaban esa voz que arañabalas ondas… la voz profunda, rasgada y ronca de aquél hombre que jamás se cansaba de trabajar.


Encontrar algunos fragmentos de aquellos programas fue el gran descubrimiento de la joven periodista: se sentía como si, de repente, volviera a tener 10 años. Con la misma ilusión de alguien que encuentra el secreto de su infancia, lo que siempre había querido escuchar: sus raíces, su razón de ser

.

La voz viaja, y a veces se queda en el tiempo, y en la memoria. No siempre las palabras se las lleva el viento, y Sofía aún recuerda al viejo afable, pegado a su transistor y tan enamorado, como ella, de la radio y de su magia.

sábado, mayo 15, 2010

Dulces dieciséis


Nosotras, en la adolescencia éramos felices con muy poco... hacíamos mil planes que se quedaban en nada, pero nos daba igual, planearlo era mucho más divertido.
Nos reíamos de todo, íbamos borrachas con dos calimotxos,
los días de verano eran una aventura: un día venían los de Yecla, otros los de Murcia, que si los de Córdoba...
y luego que si la feria de Albacete, que si la jam, que si déjame el móvil que mire tus mensajes, que si me dejas tus pantacas, que si nos vamos a pintar por ahí, que déjame este CD, que si quedamos en el bar de la Bea...

En fin, hoy hay un espacio para la melancolía y para deciros que os quiero y os echo de menos
.

viernes, abril 09, 2010

Abrázame


Secretos que dejan de serlo después de más de 20 años… y la vida gira y casi no me deja pensar. Me autoinvito a continuar. A veces es necesario un respiro justo después de un descanso…


Y es que hoy, sólo necesito un abrazo.

viernes, enero 08, 2010

¡Para vosotros!



¡Tengo esto abandonado!
Me voy a poner más ñoña que de costumbre...

9 de enero de 2010

Hoy, hace un año que empezó un mal trago.

Desde aquí os quiero dedicar un agradecimiento enorme.
A los que estuvieron con mis padres
,a los médicos y enfermeros, a mi gente, a los que rezaron siendo creyentes o no, y a los que pensaron un momentito en mi mientras soñaba con viajes interoceánicos y conciertos de Extremoduro e Iván Ferreiro.

Miro hacia atrás con una sonrisa, en gran parte, gracias a todos vosotros.


¡¡Feliz 2010!! (con un poco de retraso, ¡vale!)

jueves, diciembre 03, 2009

'Zoe' - Si os aburrís... ¡rollaco a la vista!

Zoe se metió en la ducha y dejó que el agua caliente le abrasara las rodillas. Mientras se iba mojando el pelo pensaba en Gabriel… Recuerdos iban pasando por su cabeza, pequeños flashes inundados de nostalgia y enfado, de amistad y atracción, de aburrimiento, de hace tanto tiempo…

- Lo que no puede ser…

Gabriel era perfecto. De niño era dulce, pero no tonto. De adolescente no era guapo, pero atractivo. De joven era simpático, amable, modesto, divertido… era genial. Con su chaqueta y sus chapas sabía combinar una corbata con unas deportivas, un sombrero con una camiseta de segunda mano… era el colmo de la moda.

Lo conoció, 6 años atrás en una fiesta, en un servicio. Eran tiempos de drogas, de alcohol y de diversión sin control ni mesura. Cruzaron la vista, se cayeron mal. Pero al cruzar la primera palabra en la barra decidieron que serían siempre amigos. Efectos del alcohol o de alguna otra sustancia… pero esa promesa fue manteniéndose y los cafés y las charlas eran cada vez más frecuentes.

Zoe ya salía de la ducha tapada con una toalla rosa, desteñida con el tiempo. Se adivinaba en el espejo empañado por el vaho. Una ducha caliente era su mejor medicina. Esperaba a que las gotas cayeran y el frío pasara.

Aquellos días eran despreocupados. Zoe seguía con su carrera y los fines de semana eran para Gabri. Hubo novios para ella, novias para él. Eran sinceros el uno con el otro, pero siempre mantuvieron una relativa distancia. Nunca hablaban de ella, pero ahí estaba. En unas cervezas, delante de un cenicero lleno de colillas, algo bebido, Gabriel se abrió y le explicó de una manera muy racional lo que sentía. Le preguntó sinceramente que porqué no estaban juntos y dejaban a un lado toda la gente mediocre que nunca les daba lo que los dos se merecían…

Zoe se secaba el pelo y notaba cómo se le subían los colores. Cada vez que se acordaba de ese momento se le revolvían todas las emociones que podía albergar dentro de ella. Cogió el secador y desempañó el espejo.

No pudo responder nada. Lo miró… bajó la vista. Gabriel se acercó, le cogió la cara y se besaron. Nunca nadie le había besado así, era extraño, pero le ponía los pelos de punta. Era un bar oscuro, en la esquina más discreta del pub. No podría existir un sitio mejor que aquél. Zoe no podría calcular cuánto estuvieron besándose, y mucho tiempo después siguió pensando que ninguno de los dos quería separarse porque en el fondo sabían que aquello era una locura de la que podrían arrepentirse demasiado.
Pararon, pidieron una copa. Zoe necesitaba algo fuerte para seguir digiriendo y asimilando lo que estaba ocurriendo. Era como un sueño, pero estaba pasando. El calor subía por el cuello de Zoe tal y como subían los grados de la bebida que iba consumiendo.


(...)

Después de aquel beso caminaron hasta la parada del metro. Sin hablar, fumando el último cigarro de la noche, disfrutando del final de la primavera, con las chaquetas en los brazos. No hizo falta hablar más, se miraron y se despidieron con un beso en la mejilla. La mirada de después dolió un poco. Se conocían tan bien que medio gesto era suficiente para entenderse…

'ZOE'
Lo de luego, la parte calentuza, cuando me editen el libro, ¡para que me lo compréis! :D
Un saludo, morunos!

martes, noviembre 17, 2009

Las niñas de la resi



Banan. Mery. Blankita.

Y quedar, y hablar, hablar, hablar, hablar...
como si no hubieran pasado los años,

y son ya más de ocho.

Qué poco nos parecemos
¡y cómo nos gusta ser tan diferentes..!



jueves, noviembre 05, 2009

Cosas que me hacen sonreir

Cosas que me hacen sonreir

*Las mujeres musulmanas con pañuelo (conozco a la responsable)
*Los padres que hacen el tonto (con un niño que lo mira a
vergonzado)
*Los travestis (luego sueño de Deborah Ombres, me corta el pelo, claro)

*La gente que se ilusiona por cualquier cosa
*Los chinorris modernos
*Los/as que se cogen de la mano por la calle

*Los que bailan sin ritmo ninguno pero se esfuerzan como el que más

*Los que cantan por la calle aunque haga un día de mierda

*Que me regalen una chocolatina en una tienda donde compro (con una sonrisa, por favor)
*Notar que alguien se sonroja
*Notar que me sonrojo (es difícil, pero a veces pasa)

*Los ataques de risa de los demás
*Las canciones que me hacen sentir una quinceañera

*Cuando pienso en que tengo la mejor familia y los mejores amigos del mundo

*¡O mi Blas..!

domingo, octubre 11, 2009

Macro


Algunos gusanos con alas,
nada más.

miércoles, octubre 07, 2009

Arrugas de madera

La tempestad se desató por la noche pero no se produjo nada extraordinario

Un beso a medias,
una sonrisa entera..

Y pequeñas arrugas de la vida
que se marcaron en tu camino.








¡No tengo tiempo ni para pensar!

lunes, septiembre 07, 2009

Uno de mis finales favoritos...


-¿A dónde va usted?
-Quién sabe? Otro barrio, otra ciudad, otro empleo.. soy dueño de mis actos
-Tiene gracia, como yo. ¿Dónde tiene las cartas?
-Estan ahí

-No lo comprendo... ¿y el Sr Sheldrake
?
-Le enviaré todos los años un pastel por navidad...
¿Quién da?
-La quiero, señorita Kubelik

-3, reina

-¿Me oye señorita Kubelik? Estoy locamente enamorado de usted.
-No diga más y juegue.

Final de: 'El apartamento'. Billy Wilder

domingo, julio 26, 2009

Escribir en julio


Si hay veces que escribo y no pienso también hay otras que pienso y no escribo.
Si hay veces que pienso y hago
y otras que hago y no pienso..

Si no te pienso cuando tengo que hacerlo
y te recuerdo en situaciones que no debo..
Tal vez será por eso que no tengo yo pensamientos tuyos
guardados en un bolsillo.

Como tengo sonrisas ajenas, miradas perdidas
de otros y propias frente a un espejo.
Como tengo escritos, dibujos y trocitos pequeños
de vidas que amo, que necesito y añoro.

Casi no queda julio que gastar.

jueves, julio 09, 2009

Domingo astromántico


Y ya lo sé, otra vez ha sucedido,
volaron los manteles y el domingo se hizo especial.

Flotaba en azoteas todo mi deseo,
un solecito bueno y tus faldas al viento,
nada más.

Aeroplanos que saludo moviendo un espejo,
la ropa y tu pelo se movían al mismo compás,
nada más.

Te deslizas como si fueras de viento
y al contacto con mis dedos te desvanecieras.

Si tu magia ya no me hace efecto,
¿cómo voy a continuar?
Si me sueltas entre tanto viento,
¿cómo voy a continuar?,
¿cómo voy a continuar?

Recuerdo que sopló la luna y era en pleno día
y entre aquellas nubes vislumbraste la estrella polar,
y algo más.

Madelmans haciendo slalom por tu cuello,
aire que se lleva tus misterios, hacia el Sur se van.

Y sé que a veces piensas que estoy algo ido,
pero nunca pierdo una sola oportunidad de admirar cómo ...

Te deslizas como si fueras de viento
y al contacto con mis dedos te desvanecieras.

Si tu magia ya no me hace efecto,
¿cómo voy a continuar?

Santi Balmes (Love of lesbian) + Zahara