No es el día en el que esté más inspirada. Me gusta escribir sobre ideas que no tienen que ver directamente conmigo en este blog. Me gusta inventarme sentimientos, crear historias y mezclarlas con matices de mi vida. Pero hoy es muy personal.
Mi hermanico peludo se fue definitivamente. Mi compañero
desde el día que cumplí los 13. Mi regalo de cumpleaños. Mi Blas.
Tuve la suerte de poder despedirme de él. Durante media hora me tumbé a su lado y lo abracé mientras
le dije lo buen perro que había sido. Que no me podía imaginar un perro mejor.
Le di las gracias por ser tan alegre, tan fiel, tan gracioso, tan cariñoso, tan
divertido, tan pesado e inoportuno a veces.
Entiendo que muchas personas no puedan comprender por qué se quiere tanto a un animal. Sé que es simplemente un perro. Pero cada uno
tiene sus razones. La mía es que era nuestro compañero.
Él formaba parte de nuestra pequeña familia. Estoy tan lejos
que no puedo parar de llorar y de sentirme tonta por hacerlo, porque sé que era
viejo y 'tan solo' un animal. Pero no puedo evitar pensar en todo lo
que lo echaremos de menos: él era uno más de la
familia. Un hermanico peludo con el que siempre contábamos. El chiquitín. Lo
triste de despedirse de un colega. De nuestro colega.