Un humilde blog

jueves, diciembre 30, 2010

21 de diciembre de 2010


Hoy fui a la embajada de Canadá: un décimo-primer piso de una de las 4 torres del norte de Madrid. Se veía toda la ciudad, y yo divisaba claro mi futuro.

Lloviznaba. En lo más alto de la Castellana suele hacer 1 ó 2 grados menos que en el centro. A pesar del frío, al salir del rascacielos decidí bajar andando hasta Plaza de Castilla para coger un bus. Tras 10 minutos de paseo, acompañada por mi música del iPod y unas botas de agua para poder pisar los charcos sin mirar al suelo, recordé que por esa zona había trabajado en un estanco (en aquella época de promotora de Camel…) y fue bastante especial.

En él trabajaba una mujer que, casualmente, era del pueblo de mi familia de Lugo. Aquella gallega me dio un trato inmejorable, me mimó y me hizo sentir en casa. Era amiga de mi tía, y según me contó ella, se preocupó por mí, cuando estuve ingresada en el hospital al acabar aquel trabajo tan extraño. La mujer en cuestión se alegró mucho al recibir la noticia de mi recuperación. Siempre le pregunta a mi tía que cuándo iré al Cádavo y se interesa por cómo estoy.

Así que, recordando todo esto, decidí acercarme al estanco divertida e ilusionada por mi ocurrencia y repentina decisión. Sin embargo, no encontré el establecimiento. Miré incrédula… ¿era ahora una farmacia? ¿o quizás esa nueva asesoría?... Pero ubiqué correctamente el estanco: las persianas estaban echadas; a través de unos cristales sucios se adivinaba una tienda vacía y llena de polvo. Tan sólo la cristalera del mostrador me daba la razón: era el estanco. Lo que significaba un jarro de agua fría a mi impulsividad. Caía del cielo, además, en forma de lluvia fina e incesante.

Como una niña pequeña, entré enfadada a una pastelería, me compré una ensaimada y me llené el abrigo de azúcar blanco mientras paseaba por Madrid con los Arcade Fire atronando en mis oídos.

En fin, que la lluvia y yo llevamos toda la tarde por Madrid. Y con mucho frío.

PD. Feliz 2011. Yo también espero que tras dos años no muy buenos ¡éste sea el mío!

PD2. Odio la Navidad, por cierto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Madre mía, como está la vida. El cierre de este estanco es una de las tristes consecuencias de este extraño 2010. Nos quedaremos con lo bueno y pensaremos que el que viene será un año mucho mejor.

Blankita