Un humilde blog

martes, junio 02, 2009

Trocito de 'Zoe'

Llegó la hora de comer y decidió salir a comer fuera, para variar un poco de los bocadillos de su casa; además hoy se había levantado con el tiempo justo para ducharse y volar hacia el metro. Sacó la carta de Gabri y la guardó en la chaqueta “Sólo la leeré una vez más”.

Ya en el bar, tras pedir decidió empezarse a leer el prólogo del último relato de Wiliam Faulkner. Gabri y ella empezaron hacía ya 3 años, a leerse todos los clásicos de la literatura europea y americana. Cada uno empezó por un autor distinto, luego los comparaban, y comentaban cada obra. Ahora, tocaba Faulkner, precisamente por lo que Gabriel empezó.

El tintineo de la puerta del bar sonó como un reclamo para mirar en aquella dirección: pelo negro, un chico desgarbado con una bufanda roja se escondía tras unas gafas de sol. El corazón de Zoe se enmudeció: se hizo pequeño. Tanto, que ni lo podía sentir. La respiración no existía y notaba su cara palidecer mientras la piel de gallina en sus brazos se unía al calor que subía por el cuello del jersey.
Se quitó las gafas.
Qué susto más tonto. Zoe estaba sonrojada, nerviosa, con una taquicardia que le hacía que sus manos temblaran: ya no tenía hambre. Leería un poco más hasta pedir el menú del día. Decidió, bajo ningún concepto, volver a leer aquella carta que la estaba volviendo loca por momentos.

‘Qué rápido pasaban aquellos días de verano, tras árboles verdes y caminos de tierra... libres de nosotros, de ti... de mí. Del amor que nos guía, que nos confunde y nos unió para siempre. Nos separa con su rabia, su injusticia, su mano dura que nos obliga a renegar del otro, a aprovechar las circunstancias: a empequeñecer como personas. Vivimos tan rápido, mi vida, que ni las lágrimas podrán borrar el camino que me alejó de ti’

Se creería muy ingenioso: Zoe se derretía con esos escritos, esas pseudo-poesías que Gabri hacía en un principio para otras... y más tarde sólo para ella. De esta manera se despedía en la carta. Más abajo sólo estaba su firma. Arriba: una larga explicación de su largo viaje por el mundo y sus razones sin sentido que le llevaron a escapar. Unos cuantos ‘te eché de menos’ y frases que estaban vacías en esos días tan extraños. Durante este mes releyó la carta otras veces más: a veces las palabras sonaban tranquilizadoras, preciosas, removían a Zoe por dentro: la hacían especial. Otras, no pasaba nada.

Txaro Gomariz - Trozo de 'Zoe'
Algún día terminaré el libro.. lo prometo!

2 comentarios:

Brusete dijo...

A veces un texto es tan especial como los ojos que lo recorren, es curioso ver como las mismas palabras unas veces hablan y otras no dicen nada, pero supongo que en eso precisamente está la gracia! Muuuuuuuuua!

Blanca García Plazas dijo...

Txaro, POR FAVOR,sigue escribiendo sobre ZOE. ME ENCANTA